Mi infancia que fue dulce serena triste y sola

Efectos de la infancia solitaria

Pero tus palabras caen en saco roto. Su hijo está plenamente convencido de que todo NO va a salir bien y de que hay MUCHAS cosas de las que preocuparse. Suspirando, usted se sienta en el sofá, devanándose los sesos para encontrar algo más útil que decir.

Si su hijo lucha contra la ansiedad, usted conoce el desafío de encontrar las cosas correctas para decir cuando está preocupado. No es fácil conectar con él sin empeorar sus temores y, al mismo tiempo, ofrecerle apoyo y ánimo.

La ansiedad y la preocupación son diferentes para cada niño. No todas estas estrategias funcionarán para tus hijos. Tú eres el experto en tu hijo. Si intentas algo y empeora sus preocupaciones, no te asustes. Elige otra cosa de la lista para probar la próxima vez. Con el tiempo, encontrarás unas cuantas frases que resulten eficaces para enviar un mensaje de calma, ánimo y fortaleza a tu hijo.

Cuando mis preocupaciones son demasiado grandes es una gran adición para añadir a cualquier biblioteca si tienes un hijo que se preocupa o está ansioso.  Este libro infantil ilustrado, atractivo y fácil de leer, está repleto de oportunidades para que los niños participen en el desarrollo de sus propias estrategias de autocontrol. Los niños que utilicen las sencillas estrategias de este encantador libro, ilustrado por el autor, se encontrarán relajados y listos para concentrarse en el trabajo o el juego.

Crecer solo

Independientemente de cómo te sientas -bien o mal-, ayuda poner tus sentimientos en palabras.  Hablar de los sentimientos puede ayudarte a sentirte cerca de las personas que te importan. Puede ayudarte a sentirte mejor cuando estás triste o asustado.

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Expresar tus sentimientos con palabras te ayuda a controlarte cuando estás enfadado o molesto. Si tu hermano pequeño coge algo tuyo, puedes decir: «Oye, me molesta que lo hayas cogido sin preguntarme. La próxima vez, por favor, pídelo». No hace falta que te pongas a discutir por ello. Sólo di cómo te sientes y por qué, sin gritar.

Un padre, un abuelo o un amigo puede ser una buena persona con la que hablar. Es más fácil de lo que crees. Puedes empezar por acercarte a la persona y decirle: «¿Podemos hablar un minuto?». Luego di cómo te sientes y por qué.

Deja que la otra persona te escuche. Tal vez te den un consejo. O te diga algo amable. Tal vez te ayude a reír, o te dé un abrazo. O te diga: «No te preocupes, te ayudaré a estudiar las palabras de ortografía». El simple hecho de decir cómo te sientes y por qué te ayuda a empezar a sentirte mejor. Ayuda a saber que no estás solo con un problema o una preocupación.

Sentirse solo

¿El comportamiento de tu hijo te hace sentir fuera de control? ¿Te encuentras caminando sobre cáscaras de huevo para no «sacarlo de quicio»? Puede que sea tu hijo de cinco años el que tiene rabietas y se porta mal, o quizás sea tu hijo adolescente el que se pelea contigo todo el tiempo.

Si tiene un hijo «problemático», no está solo. Muchas familias luchan con niños difíciles y maleducados que actúan como si nada les importara, lo que a su vez le hace sentirse desconcertado y perdido. La mayoría de las noches pierde el sueño preguntándose: «¿Cómo ha llegado mi familia hasta aquí? ¿Qué está pasando y cómo podemos cambiar las cosas para que nuestras vidas no sean una zona de batalla?».

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Aunque hay muchas técnicas útiles que los padres pueden utilizar con sus hijos -de hecho, Empowering Parents está lleno de artículos que le ayudarán a ser un padre más eficaz-, hoy me gustaría ver este problema desde un ángulo ligeramente diferente. Así que demos un paso atrás y veamos el panorama general: ¿Qué ocurre realmente cuando un niño se comporta de forma crónica en una familia y toda la atención se centra en él? ¿Y cómo pueden los padres cambiar esta situación?

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Párate a pensar por un momento: cuando tu hijo o adolescente está en plena rabieta o en un ataque de ira, ¿cuál es tu reacción inicial? ¿Se enfada usted mismo y empieza a gritar, se queda paralizado y no dice nada, o se asusta y cede? Puede que tu respuesta sea incluso: «Todo lo anterior, dependiendo del día». No estás solo. Lidiar con la ira infantil y la rabia explosiva es una de las cosas más difíciles a las que nos enfrentamos como padres. No sólo es difícil hacerlo con eficacia, sino que es agotador y puede hacer que te sientas fácilmente derrotado, incluso si no pierdes la calma.

Todos sabemos que las reacciones anteriores (gritar, congelarse y ceder) no son útiles, pero ¿por qué exactamente? Sencillamente, si te paralizas y no haces nada, pierdes el control y gritas o cedes a las exigencias de tu hijo, él sabrá que puede presionar tus botones y que eso funciona. Aunque tu hijo no pueda expresarlo con palabras, en algún nivel entiende que si puede asustarte o cansarte con una rabieta, se saldrá con la suya.

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